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Mujer de Sal



Puerto Barrios. Guatemala

El Atlántico, es raro. Al frente está Livingstone y Río Dulce. El lugar es acogedor, aunque el mar sea tan raro, quizá sea por la bahía pero hacen falta las olas bonitas y cadenciosas del pacífico.

Esta foto será del 2001, regresé tres veces más y la pasamos bien con mi hija, mis hermanos y sus familias y mis papás.


Como hace falta, estar cerca.


El mar siempre está allí, para que lo contemple. Allí se queda y me baño en él. Luego se me mete, y de a poco sale por los ojos y se aleja. A lo lejos lo contemplo y veo que brilla con el sol. Entonces vuelve y me hidrata otra vez. El día que no regrese, me seco y me quedo hecha sal.
¿mis lagrimas son saladas por eso?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
AL otro lado del Atlántico


I

El horizonte se divide
en dos capas: la primera
es de un gris claro y pensativo,
la segunda de un gris más denso
que murmura y se agita.

En su línea distante el cielo
es un vaho
que cubre la otra isla.

Si afinas el ojo
descubres en la claridad
unas montañas azules
a punto de borrarse.

Las olas, relevándose,
levantando el lomo,
parecen venir
desde esa orilla.

Alcanzan esta playa, esta isla
y continúan su camino.

El mar, aquí, parece
un pecho amplio y tranquilo.
La vista lo recorre
como un pájaro saciado.

Las nubes, forastera,
domestican la fuerza del sol.

Hay un gris arriba
y otro gris abajo,
pero el fuego
a punto de sumergirse
se cuela
y esparce una estela
de plata dorada, ahí,
donde la nube
se confunde con el agua.


II


El lagarto
(negra cabeza,
lomo verde)

posado
en el pecho
de un árbol
al sol

te devuelve
alerta
la mirada.

En la tuya
hay palabras.

En la suya
¿Qué hay?


III


Al gran ficus
(cuya raíz lleva
doscientos años
viva bajo tierra)
le cuelgan brazos
de verso poderoso.

Tiene su sombra
habitaciones profundas.

Atrae palabras
su presencia
y sin embargo
las resiste.

Cerca,
entre las piedras,
se alza modesta
la vida
del no menos hondo
poema
del cactus.
ixquic* ha dicho que…
Al otro lado...

debe ser tan bonito como lo describis.

no había visualizado al mar como un pecho amplio, ¡que acogedor!

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