Soy terca por naturaleza, pero aprendí a ceder. El tiempo me ha ablandado sin duda. Aunque....hay temas duros que mi cerebro, alma, corazón y cuerpo (o sea yo) no son capaces de soltar. Algunos temas son políticos, otros tienen que ver con actitudes machistas que rechazo y otras con la ética de la vida.
Aprender a ceder es importante en la medida que nos toca relacionarnos con otros, para hacer cosas en sociedad hay que ganar y hay que perder. Esto lo digo e intento hacer ahora que tengo 34 años.
Pero de niña era la "niña piedra", estaba dispuesta a aguantar viento y marea por mi forma de ver, hacer, pensar. Y vaya que lo pagué caro. ¿porque rememoro esto? ah, pues hoy me reí mucho con una conversación con mi hija, piedra también.
Ella me contó que salió con la abuela a comprar telas para hacerse un nuevo traje de bellydance. Se tardaron tres horas en elegir, me dijo ella. "es que mirá la abuelita quería unos colores y yo otros y no podíamos negociar! ni ella cedía ni yo. Entrabamos y salíamos de la tienda, ella se enojó y no me hablaba, después yo me enojé...y la señora que nos atendía mejor nos dejó solas. Ninguna cedía, fijate".
Al final compraron una tela blanca. Color de paz, color que se puede combinar.
Mi madre querida me dijo "he revivido momentos con tu hija... ¡tercas!
ja, es intravenoso...y viene desde generaciones atras.
Comentarios
Decí claramente, se trata de "Cien años de terquedad"...
Lo contaste muy bien que me lo he imaginado.
Saludos.
Carlos.