¿Puede una enamorarse de los edificios? ¡por supuesto! Están allí para que los admiremos por fuera y por dentro. A mi me gusta la arquitectura. Me cuesta resignarme, perder el centro histórico.
Este fin de semana fui al Teatro Nacional. Me pareció genial haber entrado de nuevo. Yo creo que de la gama de cosas que tenemos como patrimonio cultural, el que tenemos más apropiado es este teatro. Fue como haber entrado en casa de nuevo. Está como siempre, lindo.
Me remonté a tantos recurdos de infancia. Sólo me hizo falta ir a almorzar al Mcdonald de la esquina, uno subterráneo. Allí me llevaba mi mamá cuando bailaba en la época de navidad o me llevaba a ver bailar.
Los alrededores del Teatro están despejados, ya no están las ventas que lo cubrían y volvían inaccesible el ingreso a él. La Plaza Morazán, frente al Teatro quedó ordenada desde que un ex Alcalde (Silva) le hizo arreglos, lo cercó. Y al fondo la Catedral se ve bonita. El parqueo Morazán, parece seguro y desde allí la foto. Los edificios aledaños están pintados y arreglados ya que las empresas que los alquilan o los adquirieron han cumplido con la ley que les manda a respetar y cuidar ese patrimonio. Entre estos el edificio Lutecia, que siempre me gustó. Sin embargo, hay otros eficios están allí sin utilidad alguna, como éste (atrás de la Lotería Nacional):
Mi hija bailó y la fui a ver tres veces, el teatro se llenó y creo que muchos andabamos felices allí adentro, sólo por el hecho de estar allí. Me encontré con maestros y bailarines. Un gusto ver a la gente de danza. También me encontré con mi maestro de danza contemporánea y me jaló un poquitín el aire por haberme desaparecido sin avisar y pues...allí voy de nuevo.
Ojalá también abran de nuevo el Café Teatro.
Comentarios
Me ha gustado mucho tu reportaje fotográfico. En él aprecio tanto las imágenes como el texto.
Me he vuelto a sentir allá... esta vez guiado por vos.
Muchas gracias.
Carlos.
Sabes, lo del café teatro sería estupendo, ese es uno de los sitios de encuentro que se extraña.
En relación al espectáculo de este fin de semana, puede hablarse de cosas rescatables y otras... eh... no tanto. Lo que sí me pareció no solo irrespetuoso al recinto sino también ofensivo a los asistentes, fue el desmesurado volumen de los aparatos de sonido. Si cerrabas los ojos, te transportabas a un microbus y hasta te parecía escuchar "suba, suba madrecita que todavía caben...". Eso sí que estuvo cruel.
Saludos ;-)
Antares.
Un abrazo. Angelinafree
No tengo nada contra el alcohol pero la mara se excede con frecuencia y desnaturaliza los espacios.
Calgary babe