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Soledad era feliz. Hacía lo que le venía en gana, era feliz hasta cuando la acompañaban las ironías y las paradojas, éstas condenadas siempre le hacían cosquillas hasta pasar del llanto a la risa y de la risa al llanto. Y así el contraste le gustaba porque ese tránsito le recordaba que estaba viva, que era fuego/ piel; agua/sentimientos y huesos duros.
La clave estaba en ser fiel a su nombre y a todo eso que está detrás de él. Una vez, sentada junto a una ironía se convencieron juntas que había que terminar con un amor menor. No había futuro ni sentido. Y así Soledad prefirió la soledad. Esa ironía la abrazó fuerte y le susurró al oído ¡Felicidades! ya tienes compañía en tu vientre.
Soledad pasó del llanto a la risa en menos de un minuto. Adentro del cuerpo había un mar --nada oculto-- con forma de montaña por fuera y una pescadita nadaba en él por dentro. Eso provocó que la risa haya durado más de nueve años.
Las ironías y las paradojas siguen ahí abrazándola y susurrandole sorpresas varias. Soledad las soporta a las dos, a veces hasta las emborracha para que se queden quietas.
Un poco de simplicidad en la vida puede convertirse en el mayor anhelo.
ah! Solita, sol, soledad.
tu síguele que sola te vas del mundo también.
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Esa canción es un deleite, Solace, ejecutada por Vanessa Mae.
Comentarios
Su baile abre pasillos
y ventanas
que se contraen y se expanden
al ritmo de tu respiración.
Tiene los muslos de la vida
la cintura y los brazos de
la vida cuando baila la soledad.
Cada uno de sus pasos abre un mundo
que se contrae y se expande
al ritmo de tu respiración.