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Humildad y trabajo



Hoy me caché una regañada como hacía tiempos alguien no lo hacía. La danza no es fácil, requiere de la posibilidad de sumar varias cosas, bueno, "recursos" y sortear las carencias, es decir, saber salir adelante con lo que se tiene y no se tiene. Allí esta la riqueza (aunque obvio, a penas lo acabo de entender)

Por una parte está el aspecto físico: lo visual y el entrenamiento. Para bailar se requiere de un cuerpo entrenado, que lleve las condiciones justas para bailar, pero especialmente para arriesgar e ir más allá cada vez que se baila. Este entrenamiento, no sólo implica fuerza y elasticidad. Se requiere de la técnica, de un "abc", del manejo de un lenguaje inequívoco para cualquier bailarín o bailarina. Es ese el lenguaje que un cuerpo utiliza para hacer lo que hace en un escenario. Y esto, requiere de mucho, muchisssssimo trabajo, físico y mental porque hay que abrir la inteligencia del cuerpo en dos sentidos: la parte motora y la parte sensorial (esto lo explicaba M. Rodezno en un foro de la III muestra de Danza Contemporánea de Grupos Independientes, agosto de 2006).

En otras palabras, antes de bailar hay que aprender a hablar, a saber, la técnica. Pero eso no es inmediato, llegar a tener ese dominio requiere de tiempo y mucho esfuerzo (tanto que en medio del dolor, que produce levantar una pierna que tiembla de debilidad y tensión, uno se pregunte ¿que carajo hago aquí?). Aún con esto, nada se ha logrado si no se pasa a otro nivel.

Allí, salen al encuentro los coreógrafos, quienes escriben frases con ese lenguaje y hacen obras artísticas. Eso es un reto, porque aunque la danza sea visual un creador no produce para el ojo, sino para la mente. Y lograrlo depende de quienes ejecutan y logran interpretar y transmitirlo.

Es difícil porque hay que prestar atención a toda esa sumatoria a la vez, a eso le agrego -en mi caso- mi existencia cotidiana: mi hija, mi otro trabajo (uggg!), mis lecturas, los blogs, etc. Claro, no las pongo como excusas puesto que quien asume trabajos debe hacerlo responsablemente.

Esta reflexión la hago, porque hoy en el ensayo con el grupo de danza me negaba a hacer lo que se me indicaba. Ni lo comprendía, ni me gustaba y hasta me estorbaba. A veces es el cansancio el que me vence. Tras la chamarriada, comencé a reflexionar, lo que aquí he escrito. Un esfuerzo como este requiere de disciplina, humildad (y dejarse conducir) y creer y aceptarse a si mismo (y agradezco a quien me insistió en este punto ;) ).
Amo mis recursos, con ellos trabajo, me defiendo y me expreso, aunque para entenderlo tenía que aguantar un par de chamarriadas.

Comentarios

Victor ha dicho que…
El problema es cuando uno ya se vuelve hábil en el área en que se está trabajando y se pierde esa capacidad de reconocer que uno no se sabe todo y que se es falible y que siempre hay algo que mejorar. Quien sabe porqué quienes se dedican a las artes cometen muchas veces éstos errores, en teoría los científicos deberíamos ser así también, pero hay muchos que llegan a una edad en que creen que sus ideas son palabra de Dios y eso es absurdo. Bien dicen por ahí que hay que ser como niños. Ello conlleva aguantar chamarriadas de vez en cuando.

Saludos bailarina luciérnaga.

Vic

P.D.: Luciérnaga por aquello que alumbrás las noches y llamás a la lluvia, que es vida.

[Pa que no digás que no inspirás "motáforas", aunque sea de un loco desconocido]
ixquic* ha dicho que…
Victor, agradable visita. Me gusta que vengas a mojar tus piés por este mar y que linda metáfora....

Angelinna..

que sigás mejor... no hay cuerpo sin espíritu...

saludos!

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