Tengo a mis ovucitos dispersos por el cuerpo. Los muy carajos se han soltado, les enseñé a bailar y ellos se dedican a soñar dentro de mi, soy su habitat. A veces pienso que realmente me invaden el cuerpo, la privacidad y hasta el alma. Lo creo en firme porque cuando uno de ellos madura, se vuelve óvulo y muere (o sea una vez al mes) me hacen una mujer "sensible" y se me encoge el alma sin saber porqué. Afortunadamente no pasa siempre.
Hoy bailaba al son de una darbuka y zaz! tuve la imagen: hay un óvucito entre la tercera y cuarta costilla, se aloja allí por miedo a morir y porque le gusta el movimiento dorsal oriental. No sé como haré para que salga de ahí, tal vez mi temeroso corazón lo convenza. ¿quien le dice que no al corazón? nadie! Siendo este ovucito sencillo y noble, seguro lo entenderá.
Por ahora sé que tengo un ovucito trabado en las costillas.
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