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Vida: no hay vuelta atrás


Hace más de un año le hice esta foto, cuando nos comenzábamos a encantar con la danza árabe, ése es su primer traje, con el que dormía. Ya no le queda. Ella ha ido cambiando tanto en lo externo como en lo interno. Se que me ama, no se si tanto como yo. Pero a veces me tira al suelo el entusiasmo y yo se lo derrumbo también.
Yo nunca fui una buena estudiante en primaria, para mí la vida era bailar: subirme a un bus con mi mamá, ir a la escuela de danza, ir a Gimnasia. A veces sortear balaceras y quemas de buses, apagones y dar gracias por llegar a la casa. Pero en el colegio eran puras quejas. Cambié radicalmente hasta entrar en el bachillerato, cuando mi existencia ansiosa deboraba todo libro que llegara y me metía a colaborarle a algún partidillo en sus convenciones, elecciones internas y cosas así. Entonces creía que debía estudiar para aportar y de ahí el amor por el Derecho y la Política.
Mi hija, simplemente, se me parece. No le hace sentido estudiar, sólo bailar y jugar. La maestra dice que es muy distraída y que le asombra que sin copiar clases pasa las materias principales. Pero eso no sucede con otras materias a las que ella les resta importancia: escritura, inglés, ortografía.
Me he pasado este año buscándole modo: mano dura, mano amiga, sin manos, doble manazo, mano invisible, mano peluda, las manitas, manda-manada ¡y nada!
En estos días tuvimos un disgusto por eso, y creo que las dos terminamos sintiéndonos mal. No la puedo obligar a razonar. Pero alguna capacidad para distinguir su conducta tiene y la muestra fue hoy. Cuando llegué a la casa, había estudiado para un laboratorio de mañana y así lo constaté.
Me la paso corriendo, de lunes a viernes con una rutina de trabajo y danza. Los sábados colaborando en la UES, a veces calificando tesis, presentaciones, oficios del hogar, blog/blog. y en medio ella.
El domingo es nuestro. Y vamos a aprovechar ese tiempo mejor. La vida es así, no hay vuelta atrás y la felicidad comienza en casa. Con esta niña he comenzado un dilema propio de su proceso de crecimiento, a lidiar con eso ¡carajo!

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