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Manejar en San Salvador


¡Hombre! Tenía que ser....


Invierto la famosa frase que aplica cuando una mujer falla al manejar un vehículo. Digo, cuando irrespeta una norma de tránsito, hace una mal maniobra, o simplemente maneja lento. Yo aprendía la manejada a los 18 años en una escuela de manejo. Adquirí la licencia cuando ser corrupto era normal, en el Viceministerio de Transporte se la vendieron a mi mamá y sólo fui a tomarme la foto, aunque no sabía manejar. Eso fue a los 15 años, era una tarjeta verde olivo y recuerdo que un militar nos atendió. Cuando se lo recuerdo a mi mamá se hace la que no rememora el episodio.

Manejar me encanta, me relaja cuando se trata de distancias y voy escuchando música rica, como cuando me voy a la playa con mi hija. Pero manejar en San Salvador, es parte de mi estrés. Ya he narrado lo que sucede con los “hombres peatones”:http://ixquic.blogspot.com/2006/10/hombres-descorteces.html


Pero nada se compara con el comportamiento de algunos conductores, eso implica que cada día llegar al trabajo o regresar a la casa sea una osadía.

Detesto que me piten cuando no puedo pasar, porque hay un semáforo en rojo, por ejemplo. Cuando me hacen eso veo por el espejo fijamente a ese menso desesperado y lo desafío con la mirada, lo veo directamente para ganarle la moral, aunque me insulte. Yo sigo escuchando música....

Igual, aborrezco cuando me lanzan el vehículo en la calle, así de repente, calculando que ante esa agresión, una les termine cediendo la vía (o sea por la fuerza). A veces, observan que es mujer la que maneja y zaz! Frente a eso, en la medida de lo posible no cedo, o acelero para ganar y no pues....ni modo.

Ah! Los buseros. Estos son mis favoritos. Estos drivers han logrado cosas increíbles como cuando los buses “hablan”: cuando van tras de uno y quieren que acelere la marcha, se acercan a mi carro y hacen un ruido en el motor como un león que ruge. ¡Ay, que miedo! pienso. Y me da risa. Y entonces me doy a la tarea de no dejar que pasen, ir súper leeeeentoooo.

Y claro no faltan los repartidores de bienes, que van desde sus camiones enfocando un ojo a las piernas, al escote -sea como sea- y diciendo estupideces. Con estos de verdad no hay nada que hacer, si uno los mira molesta, lo insultan y si no, igual.

Ya me han chocado, varias veces hombres (buseros y taxistas incluidos) y la última fue una mujer. Mi hija se enoja por el ímpetu que me provoca no permitir que abusen de mi espacio vial, tenemos una lista de apodos y clasificaciones según los conductores.

Una vez, un taxista me pitaba en un semáforo y no lo dejé pasar, pues un semáforo se respeta. Al dar el verde me sobre pasó por la izquierda y cruzó por la derecha y obviamente, me pegó. Dejamos los carros como estaban y la niña ya sabe que debe apuntar placas y señales mientras yo me bajo a discutir. Y así lo hicimos. El tipo sale de su carro y mira que al mío no le paso nada. A él se le quebró un foco. y me dice ¡ya vio lo que me hizo?!

Me dio risa, y luego lo miré muy seria. Así le expliqué cómo él abusò de la vía y uso incorrectamente el carril, a lo que sumé el mal cálculo, entonces era su culpa. Le señalé la posición de los vehículos que le daban soporte a mi tesis, y además, le comenté que su “taxi” era pirata, por lo tanto llamaría a la policía por el parte y en el Viceministerio de transporte pondría una queja por su ilegalidad (cosa que es mentira, porque ese procedimiento no existe así).

Le dije a un vendedor que sería mi testigo...y él me dijo: mire su vehículo no tiene nada, le pido disculpas y además yo soy quien sale perdiendo. Yo estaba enojada porque ese señor sabía que tenía la culpa y quizá por verme como me veo, pensó que me asustaría. No me gusta que la gente no sea honesta, y mucho menos que vea débil, o que a una mujer sólo se le respete porque anda con un esposo o novio a la par. Lo detesto.

Entonces volví a sonreír, le dije que aceptaba sus disculpas, mi hija me dijo al oído que era mala (o sea que me vi autoritaria!) con el pobre señor. Y me sentí mal porque estaba amenazando su ingreso (aunque sea ilegal) económico. Para él debí ser una loca enojada, no lo sé.

Pero esas cosas o comportamientos que me indignan se compensan con la amabilidad de muchos hombres que lo auxilian a uno en circunstancias penosas. A mi me gusta cambiar llantas aunque me toca saltar en la llave cruz, por no tener la fuerza de aflojar tuercas y a veces si es necesario una manita!

En fin yo me subo todos los días al carro, a renovar el transito capitalino hecho pleito, la mayoría de ellos, con hombres.

Comentarios

Aldebarán ha dicho que…
Con respecto a las tuercas, creo que deberías probar verlas de la misma manera como hiciste con el taxista. Yo creo que se aflojarían solitas.

;-)
ixquic* ha dicho que…
je je je

ay! no me des ideas...mirá que la maldad es creativa!

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